Corazones, corazones... siempre os busco... y a veces os encuentro. Encaramados en la rama de un árbol o brillando en el interior de un ser humano.
En este caso, un corazón en el corazón del mundo maya, en Guatemala. Esperándome para ser visto. Para recordarme que lo que está afuera también se encuentra en mi interior. Y que ese corazón humano representa aquello que somos en lo profundo: el Ser.
El lago Atitlán (Guatemala) es así de mágico. Te puede sorprender de esta manera.
