lunes, 8 de junio de 2009

La espiral del amor



Autora: Buttersweet


Como un mandala, esta hermosa imagen me ofrece un viaje hacia mi interior. Desde lo externo, más difuso, hasta el centro, el lugar donde se asienta el amor.

Las experiencias que nos regala la vida nos pueden aportar satisfacciones, pero nada parecido a la felicidad que sentimos cuando viajamos hacia dentro, hacia nuestro ser.

Cuenta una historia que los dioses y las diosas crearon a cada ser humano con un tesoro con la condición de que le resultara difícil encontrarlo con el objetivo de que evolucionara en esa búsqueda. Para ello se plantearon dónde situarlo. ¿En el centro de la tierra? No, su naturaleza de conquista hará que lo encuentre con facilidad. ¿En la luna? Tampoco, su curiosidad hará que encuentre el modo de acceder a ella. ¿En el otro extremo de la galaxia? Explorará el espacio. Así que decidieron que lo colocarían en su interior; para cuando se les ocurra buscar allí habrán tenido que pasar muchas vicisitudes.
 

Este viaje interior es lo que buscan las religiones en su sentido más auténtico (re-ligare, ligarnos o unirnos con nuestra esencia) y el yoga (yoga = yugo, unión, del sánscrito).

Un bello cuento actual que refleja esto es "El Alquimista" de Paulo Coello. Un pastor hace un largo viaje a la búsqueda de un tesoro que vió en un sueño, y tras múltiples vicisitudes, cada vez más lejos de su casa, descubre que dicho tesoro se encontraba debajo del lugar donde dormía, es decir, debajo de donde soñó con él, por lo que para cogerlo debe volver a casa.

En la actualidad no parece que la humanidad se encuentre demasiado cerca de encontrar su tesoro, pero cada vez hay más personas en esa maravillosa búsqueda, y más que lo han encontrado.

A medida que más y más seres humanos accedan a él, sumando todos los tesoros individuales, la humanidad aportará al planeta una enorme riqueza.

Y este será un hermoso lugar para habitar.


0 corazones: